Páginas

viernes, 13 de enero de 2012

Cata a ciegas

El lunes hicimos en mi grupo de cata, una cata a ciegas de cuatro vinos. No sabíamos nada de ellos pero teníamos pistas: Había un Rioja y un Ribera de Duero. Y uno de ellos tenía un precio de 150€.
Comenzamos la cata con mucha ilusión porque este tipo de catas nos encantan y porque había un vino que debía de ser un prodigio. Comenzamos con la fase visual y teníamos delante unos vinos evolucionados en color y con capas bajas, sin embargo uno de los cuatro era un cereza amoratado con capa alta, que nos estaba dando la pista de que era un vino joven. Así que desde el primer momento y por unanimidad, ése fue descartado como el vino caro.




Seguimos con la fase olfativa y todos tenían una nariz muy correcta. El más joven tenía una nariz brutal pero todos los demás estaban en unas intensidades aromáticas medias y todos eran muy agradables y con cierta personalidad. Uno parecía especialmente elegante y otro especialmente moderno.
Cuando acabamos de catarlos y todos hicimos nuestros comentarios sobre el que más nos gustaba o el que menos y cuales nos parecían que eran sus procedencias y variedades, empezamos a opinar sobre cuál pensábamos cada uno que era la joya de la corona, ese vino que enviaban al Vaticano. De las 15 personas que allí estábamos catando, solamente 4 opinaron que el segundo, que efectivamente era el vino de 150€, era el que más les gustaba.
Yo no fui una de esas 4 personas porque el que más me gustaba era el más joven, que resultó ser Habla del Silencio, un vino extremeño que había probado hace un año y no me pareció gran cosa. Quizás porque sabía lo que costaba porque lo compré (12€) o quizás porque me habían hablado muy bien de él. El caso es que en su día no me pareció que fuera para tanto. Lo prejuzgué y no guardaba buen recuerdo, pero el lunes esa idea cambió porque tengo que reconocer que me encantó.
El que yo creía que era el más caro, resultó ser el más barato: un vino de Bodegas Ruiz Torres Cabernet Sauvignon 2006. Sin denominación de origen, es un vino de la Tierra de Extremadura, que sólo cuesta 6,30€ y es un gran descubrimiento. Uno de esos tesoros de los que os digo que vamos a ir descubriendo.
El tercer vino en liza era un crianza de Ramón Bilbao, el peor de los cuatro pero que era lo suficientemente bueno para mantenernos despistados. Y el cuarto, el vino de 150€ no os voy a desvelar cuál es porque sinceramente creo que no merece la pena.

Mi conclusión final es que no puede haber tanta diferencia en el precio cuando la diferencia en la mesa de cata no es para nada evidente. El valor de los vinos está en lo que somos capaces de disfrutarlos, y la experiencia me sigue demostrando que no merece la pena gastar grandes sumas en ciertas marcas, cuando hay otras que, con precios más que razonables, te dan una satisfacción igual o mayor.

1 comentario:

  1. Soy un profano y como verás en el avatar no llevo nariz, así que he me ha sorprendido que se pueda decir de un vino "que tiene nariz". Muy interesante. Saludos.

    ResponderEliminar