Hace un par de semanas estuve en Lanzarote, una isla espectacularmente diferente. Con paisajes extraterrestres, entre el desierto de Sonora y cualquier playa en la que uno se quisiera perder. Podría hablar de un montón de lugares de la isla que me arrebataron pero aquí hablamos de vinos, así que os voy a contar lo que vi en la zona del Parque Natural de La Geria, en el centro de la isla, dónde se concentran las bodegas.
Son más de 5000 hectáreas y resultan llamativos su suelo, gris de arena volcánica, y su forma de proteger cada viña, rodeándolas con una pared de piedras que las protegen de los vientos. Aunque puede parecer un terreno hostil, la vid se ha adaptado muy bien y, debido a las particularidades del clima y el terreno, los vinos tienen mineralidad y resultan muy frescos.
La uva reina de esta zona es la malvasía, una variedad blanca. Tambien destacaremos como uvas autóctonas la Diego y Listán Negro.
Como curiosidad comentar que la filoxera nunca llegó a las islas Canarias, así que todas las vides son prefiloxéricas.
En primer lugar, visitamos la Bodega Los Bermejos, una bodega pequeña que se sitúa en la parte más al norte de la carretera de La Geria. Allí nos recibió su enólogo Felipe, que tuvo la amabilidad de enseñarnos la bodega y explicarnos sus métodos de elaboración , las variedades que utilizan y contestar a todas nuestras preguntas, que no eran pocas.
Después tuvimos la suerte de probar cuatro de sus vinos en una terraza que daba al viñedo, con el sol brillando en nuestras copas y con una temperatura en pleno noviembre, que no se puede explicar. El entorno era incomparable. Aprovechamos para probar el malvasía seco, el malvasía semi dulce, el tinto de maceración carbónica y el tinto crianza.
Después avanzamos por la carretera de las bodegas y pasamos delante de El Grifo y Stratus, entre otras, y paramos en Bodegas Rubicon, justo en frente de bodegas La Geria. Rubicon es una bodega dentro de una casa o una casa dentro de una bodega. Ha sido reformada últimamente y merece la pena visitar porque es un lugar muy agradable. Me llamó la atención el parque de barricas del que dispone, que está muy cerca de la tienda. Las puertas de todas las estancias están abiertas y se pueden visitar sin problema.
Una zona muy acogedora, dentro de una isla encantadora, que los amantes de los vinos no os podéis perder.
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