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martes, 13 de marzo de 2012

¿Cambian los vinos o cambiamos nosotros?

Hace unos días, hablaba con unos amigos sobre vinos y caí en la cuenta de algo de lo que no me había percatado hasta entonces. Yo comentaba que había marcas de vino que habían cambiado a peor en los últimos años. Ponía como ejemplos Pesquera y Finca La Estacada, dos vinos que la primera vez que probé me gustaron mucho y que años después me parecieron corrientes, más bien poquita cosa. 

Uno de los presentes me dijo que quizás era yo la que había cambiado, no los vinos. Es decir, con el paso del tiempo había probado muchos vinos, de distintas zonas, variedades y precios y mis gustos se habían definido. Quizás ahora era más exigente que antaño. Y no significa que los vinos sean malos, simplemente que ya no son lo que busco y aprecio.
Esta reflexión también se puede traladar a muchas cosas. Las personas nos equivocamos, aprendemos, progresamos, nos superamos y cambiamos. Lo que antes nos entusiasmaba, ahora nos resulta pobre, insustancial y aburrido. Por eso las personas, al igual que los vinos, no nos podemos parar. Hay que estar siempre en movimiento para progresar y resultar siempre interesante. 
Hablando de cosas interesantes, ayer probé un tempranillo de la Tierra de Castilla y León muy completo y equilibrado y con un precio fantástico. Su nombre es Castrillo de Duero 2009. Tiene 16 meses de barrica francesa, que no despuntan en exceso porque el vino está muy redondeado en boca, además de ser carnoso y largo. Y su precio es de 6.14€. Otro tesorito que hemos descubierto.



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